El primer gesto del dualismo se efectúa más acá de la cuestión del cuerpo y del alma, consiste en concatenar en un único juego de manos tres operaciones distintas: diferenciar, oponer, jerarquizar. [T]res operaciones de orden distinto en un único gesto: constatar que hay diferencia, establecer una oposición punto por punto […] (según una definición lógica binaria por la cual todo lo que es A no es B, todo lo que es B no es A) y valorizar esos elementos jerarquizándolos uno por relación al otro.
Este gesto cartesiano tendrá consecuencias tan importantes sobre los pensamientos occidentales como el dualismo alma/cuerpo (quizás incluso más): la naturalización del hecho de que toda comprobación de diferencia se acompaña necesariamente de una oposición binaria definitoria (y definitiva), y de una valorización por jerarquización.
— Un uppercut al dualismo por Marie Bardet (Página 24 - 25)
Bardet defiende que más terrible que el dualismo mente/cuerpo, es haber heredado una manera de “dualizar” basada en la contraposición exclusiva y, lo que es peor, en una necesaria jerarquización del binomio. (Como contraejemplo, el ying-yang es un concepto claramente dualista, pero no jerárquico ni de contraposición exclusiva.)