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Eduardo Viveiros de Castro: La mirada del jaguar (2013) 4 estrellas

Conocer, para nosotros, es des-subjetivar tanto como sea posible. Yo diría que lo que mueve …

Hay un maravilloso mito aguaruna, citado por Anne-Christine Taylor. Explica el origen de las mujeres. La historia pone en escena dos primos cruzados —es decir, cuñados potenciales— en el tiempo en que todavía no existían mujeres. (…) Ahora, surge de inmediato la pregunta: ¿cómo puede haber primos cruzados antes de existir las mujeres? ¡Porque la definición de primo cruzado dice que son hijos de hermanos de sexo opuesto!

Pienso que [uno de los primos] se vuelve mujer porque las mujeres ya están en el origen de las mujeres. Es necesario presuponer a las mujeres para crearlas: presuponer la mujer “trascendental” que no existe para que pueda haber cruzamiento, para crear, inmediatamente, a la mujer ”empírica”.

En resumen, el mito afirma, por decir asĂ­, que la afinidad (el cruzamiento de los primos) es anterior a la diferencia de sexos; es el efecto que crea la causa, el cruzamiento-afinidad que crea la diferencia de sexos, y no la diferencia de sexos que crea el cruzamiento.

La mirada del jaguar por  (Página 235 - 236)

Muy densa esta cita, presentando un mito cuya legibilidad depende en alto grado de varios conceptos de la antropología del parentesco (“la asignatura más difícil de la carrera”, me cuentan).

Como amateurs y como legos (como occidentales y como Modernos) es muy fuerte leer el salto de, coloquialmente, “dos primos tienen sexo homosexual y el pasivo se convierte en la primera mujer“, a la descripción etnográfica “[este es un mito en el que] las mujeres ya están el origen de las mujeres”.

En toda empresa, intelectual o no, une necesita fiarse de su(s) guía(s), y yo me fío de Viveiros de Castro. Es más, voy confiando cada vez más —a pasos agigantados— en esa visión de la antropología cuyo objetivo no es solo describir o explicar, sino arriesgarse a poner en la mesa, a poner en juego, conceptos de ambos lados, y no solo de “los otros“, con la esperanza de un diálogo conceptual fructífero. Eso es lo que veo yo aquí.

En ese sentido, con esta lectura (no pude encontrar la referencia de Anne-Christine Taylor aún) me quedo a las puertas de este pensamiento: más allá de la poesía de “es necesario presuponer a las mujeres para crearlas” (que compro y me emociona), este es en verdad un mito sobre la creación de la diferencia sexual; y, en esta versión de los hechos, tal diferencia surge en el mito como correlato del sistema de relaciones (de parentesco) del pueblo awajún, y la biología-morfología brilla por su ausencia (¡por su irrelevancia más bien!). Esto me emociona aún más.

En Deshacer el género Judith Butler dice, siguiendo a Irigaray, que la diferencia sexual es una pregunta «cuya no resolución traza una cierta trayectoria histórica para nosotros que nos planteamos esa pregunta». La persistencia de esta cuestión no tiene un «estatus eterno» sino que «pertenece a los tiempos actuales».

Yo interpreto esto como que es el “límite cero” de cierto tipo de argumentación. Un muro teórico. La lectura de este mito me resultó como el momento en que se abre una ventana por un momento, y entra un poco más de aire.